La Palabra es dulce a la boca

 


 Uno de los placeres más gratos para mí y que gustosamente me ofrece las orillas de los caminos del campo es.... comer las moras de los arbustos. Hay que saber seleccionarlas, pues deben estar en su punto para apreciar el dulce tan exquisito de la fruta silvestre, si está un poquito verde ya tiene cierto sabor amargo que provoca carraspeo en la garganta. Además llegar a las moras significa superar otra barrera: las espinas de sus ramas, pequeñas y muy finas, pues protegen el sabroso fruto de los caminantes y lo ofrecen solo a los gorriones.

Así es la Palabra de Dios, como bien dice el Ap 10, 8-11, para poderla saborear es necesario superar ciertos obstáculos:

1. Reconocer que te atrae, a la vista parece fácil vivirla. Pero, es necesario superar ciertos obstáculos internos y externos para alcanzarla. Especialmente el ego tan sutil que minusvalora tu deseo, esa frase tan fina de: "esta fuera de tu alcance".  

2. Tener paciencia para comprenderla, a fin de saborearla mucho mejor. Pues si no estamos preparadas nuestra comprensión será muy parcial. Hay que dejar que el tiempo y la experiencia de vida enriquezcan nuestra comprensión. La misma Palabra leída en ciertas circunstancias cambia nuestra comprensión, nos damos cuenta que ese texto tiene otra profundidad.

3. Dejarte marcar por ella. Una vez que entra en nuestro corazón nos deja una señal, nos delata. Nuestra conducta, el amor hacia nosotras mismas y hacia los demás cambia. Creo que la mejor marca es el crecimiento hacia una mayor libertad interior, sentir la presencia de la DIVINIDAD en la espiritualidad no centrada en los cumpli-mientos. Necesitamos hacer cambios en nuestra vida, ciertos movimientos para poder alcanzarla más plenamente. 

4. Valorar la sencillez, la fragilidad con la cual se presenta la Palabra, expuesta delante de los ojos de todas aquellas personas que quieran reconocerla.

Y para ti, ¿cómo expresarías tu experiencia de encuentro con la Palabra? ¿Reconoces la transformación que ha provocado en ti?

Solo deseo que sigas saboreando la Palabra diaria.





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