HABLEMOS DEL AMOR
Hablemos del AMOR, palabra que resuena
muchísimo en el mes de febrero, es el mes del amor y la amistad. Los
escaparates se llenan de corazones rojos, un mes que nos recuerda que para
conjugar el verbo AMAR necesito un yo y un tu (una o más personas).
Pero antes de avanzar hacia el tu, es importante que nos detengamos en el YO.
Si en esa personita que está las 24 horas conmigo, a sol y a sombra, incansablemente fiel, que a momentos me hace sentir que vuelo sobre las nubes y otras veces que estoy en un pozo oscuro. Momentos en que son simples máscaras de mi verdadera identidad. Conocer y amarme tal cual soy es la gran aventura de nuestra vida. Todo lo contrario es el narcisismo o el ostracismo pues nos alejamos de nuestra verdadera identidad y nos quedamos con el canto del “solo yo”.Amo al próximo, a los demás con la misma
calidad que me amo. “Amarás al prójimo como a
ti misma”.
¿Cómo se ama a si mismo un lirio, una orquídea,
un pino, un tamarindo? Tal vez dirás: ¡Qué pregunta más tonta!, pues te
advierto que se aman mucho, tanto que se cuidan y buscan como crecer. Buscan la
luz del sol y hacia él dirigen las ramas, no dudan en pasar 7 años bajo tierra
como el bambú para hacer crecer sus raíces antes de salir a la superficie o
mantienen su tronco flexible para moverse al son del viento como hace la
palmera.
La naturaleza nos enseña a cuidarnos, a
amarnos.
Ya nos lo decía Santa Teresa: “No
es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros
mismos ni sepamos quién somos. ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que
preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni
su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación
es mayor la que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino
que nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y
porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. (LIBRO DE LAS MORADAS O CASTILLO INTERI: L.1,
C.1.)
Amarse
a si misma, amarse uno mismo es saber escuchar nuestro respirar, saber estar en
SILENCIO con nosotras mismas, aceptar el abanico de colores emocionales que
somos y el carrusel de pensamientos que creamos, aceptar si pero sin dejarnos
esclavizar por ellos. Antonio de Mello decía “no cambies”, y en ese dejar de
luchar contra nosotras mismas sucede realmente la transformación, porque
empezamos a amarnos tal cual somos.
Silvia Ostertag (maestra zen) lo expresa muy bien en el su poema “Dejar ser”.
Sentarse en silencio significa
dejarse ser.
Dejarse estar aquí,
aquí en este lugar,
en esta sala,
en este cuerpo
en esta respiración,
dejarse ser.
dejarse ser.
Dejarse ser así,
tal como somos,
Como hemos llegado a ser,
fuertes y débiles,
buenos y malos.
Dejarse ser así
Tal como somos en este momento aquí.
dejarse ser.
Dejarse al ser.
Al ser
que surge cada vez
según la ley
que se crea a si misma.
que me crea a mí mismo
como su ahora,
precisamente así,
precisamente aquí.
Por cierto, amarse a si misma y armonía van de la mano pero sin confundir armonía con un estado perenne OM o con una dosis elevada de energía YORIKI fruto de un sesshin o sesión de yoga. Porque la armonía mantiene la serenidad pero también se deja llevar por la emotividad o espontaneidad si lo estima adecuado.
La enseñanza recogida en el METTA SUTTA SUTTANIPATA 1 nos
dice como alcanzar AMOR
Si quieres alcanzar la paz
has de ejercitarte en la rectitud,
la humildad y el habla cordial.
Entonces conocerás la vida sencilla y feliz
que, lejos de toda codicia,
sobrepasa las emociones de la mayoría.
Aprovecha sabiamente toda ocasión.
Cada uno puede ser feliz
y mantener sin peligro el corazón alegre y
fiel.
Todos los seres vivientes pueden vivir en paz y
seguridad
siendo lo que son:
frágiles o fuertes, jóvenes o viejos, altos o
bajos.
Todos podemos vivir en perfecta armonía.
No permitas que ni uno solo haga daño a nadie.
No permitas que corte la vida de nadie ni la
ponga en peligro.
No permitas que salga la cólera o el rencor
ni ningún deseo de hacer daño.
Tal como una madre ama y protege a su hijo
con riesgo de su propia vida,
nosotros cultivaremos el amor bondadoso
hacia todos los seres vivientes del universo.
Concédenos que nuestro amor bondadoso
se extienda por todo el universo.
Nuestro amor no conocerá obstáculos,
nuestro corazón estará absolutamente libre
de odio y enemistad.
Tanto de pie como paseando,
sentados o acostados,
despiertos o dormidos,
mantendremos esta “plena consciencia”
del amor en nuestro corazón.
Éste es el noble camino de la vida.
Libre de una falsa visión,
de la codicia y el deseo sensual
viviendo en beatitud
y realizando la perfecta comprensión,
esta práctica del amor bondadoso
trasciende ciertamente el nacimiento y la
muerte
San Pablo también dirá a los Corintios que es el amor:
“El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no
presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva
cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta. El amor no pasa nunca.” (I Cor 13, 4-8)
Después
reconocemos cuantas veces hemos buscado por todo llenar el vacío interno con
miles de ofertas prometedoras de felicidad, de placer, etc. Hemos creído que en
la creaturas encontraríamos la fuente donde saciar la sed de sentirnos amadas,
pero caemos en la cuenta que la fuente esta dentro de nosotras.
¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo
afuera,
y así por de fuera te buscaba; y, deforme como
era,
me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.
El amante llama a la puerta del Amado.
“¿Quién eres?”, le pregunta el Amado. “Soy yo.” Y la puerta
no se abre.
El Amado repite la pregunta y el amante sigue contestando
“soy yo”.
La puerta no se abrirá hasta que el amante no responda: “Soy
Tú”
Cuando sucede eso el poeta sufí Husayn Mansur Halladj lo resume en una sola frase: “Somos dos espíritus viviendo en un solo cuerpo”.
Si nos hubieras visto no nos diferenciarías más.
Me he convertido en Aquel a Quien amo,
y aquel a Quien amo se ha vuelto yo.
Somos dos espíritus infundidos en un solo cuerpo.
Desde que vivimos en confianza mutua,
las gentes hacen proverbios con nuestra leyenda.
Cuando tú me ves, Le ves,
y cuando Le ves, nos ves.
Su Espíritu es mi espíritu,
y mi espíritu es Su Espíritu.
Somos dos espíritus viviendo en un solo cuerpo.
M 'ha agradad aquesta rafaxio sencilla i a la vegada profunda gracias ayuda a pensar
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