La OTRA ORILLA


 De niña una línea azul con toques celestes señalaba el límite entre el cielo y el mar para los días de sol, vistiéndose de tonos grises en los días de lluvia tormentosa con toques de blanco en las crestas de las olas. Pero mi intriga era: "que había más allá".

Los mapas ayudaron a resolver mi gran problema, al menos en el papel descubrí que existía otra orilla y más tierra. 

La geografía de cuarto grado ya fue el culmen, al fin podía nombrar las ciudades de la otra orilla. Entonces rompía una creencia ancestral mallorquina: "la geografía se divide en dos: Mallorca y fuera de Mallorca", así de fácil resultaba para la cultura isleña de mis antepasados.

Paso el tiempo y.... un buen día SI PUDE CRUZAR a la otra orilla. 

La otra orilla estaba lejos, muy lejos, imposible de divisarla desde una pequeña isla, ni desde Finisterre. La costa del Pacífico bañando la ciudad de Lima pasó a ser mi otra orilla por un tiempo, después tuve que contentarme en ver el mar desde la ciudad de Paita pues Piura no tiene mar. 

De nuevo contemple el horizonte marino desde el balcón de la casa de Patuca, donde el Mar Caribe recibe al rio Patuca, desde ahí contemplaba en las épocas de lluvia como el color tierra del rio teñía a las olas marinas. 

Ahora de nuevo cruzaré a la otra orilla, de nuevo levantaré mis raíces para sembrarlas en Mallorca. Raíces renovadas por la tierra peruana y hondureña. Raíces que absorbieron los nutrientes de la VIDA presente en cada gesto solidario, caricia compasiva o abrazo gratuito que pude contemplar. 

Agradezco haber visto tantas personas comprometidas con la VIDA y la VERDAD, ocupando el único cargo que tienen: ser presencia sanadora en sus grupos, al lado de los enfermos o de los niños y niñas. Son verdaderas gigantas de AMOR INCONDICIONAL escondidas bajo la sencillez de sus actos. Cuánto he aprendido de estas personas, nombrarlas todas es imposible.
Con dos poemas comparto la experiencia inicial de salir y regresar a  Mallorca o como la llamamos los mallorquines "La Roqueta".



Solo me resta decirte, gracias a ti amiga y amigo por acompañarme en este viaje.




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