¿Qué habita en tu corazón?

¿Tienes la experiencia de cortar por la mitad o dar un bocado a una jugosa manzana y encontrarte con la sorpresa que el corazón está podrido?, De un solo cambias la expresión de tu rostro, empiezas con los comentarios: "y parecía tan buena", "nunca más le compro al nuevo vendedor" , solo queda buscar una solución: cortar el pedazo podrido ya que el resto si esta sano.

Una cosa así nos pasa cuando conocemos más profundamente una persona, la fascinación del primer momento puede dar paso al desencanto. Y viceversa, nosotras no estamos exentas de provocar igual reacción en quienes nos conocen. Pero más allá de si te gusto o me gustas por X razones, lo importante es saber que actitudes, valores fluyen desde nuestro interior hacia el exterior.

Ya Jesús expresó esta gran verdad, "No hay nada afuera del ser humano que, al entrar en él, 
pueda contaminarlo, es desde dentro del corazón ". (cf. Mc 7, 15. 20-23).

 Todas y todos tenemos la capacidad de poner una barrera, un límite a todo aquello que nos aleja de nuestra verdadera identidad. Repartir culpas a fulano o mengano puede servir en un primer momento pero cuando solo repetimos esta historia terminamos creyéndonos que nada podemos hacer y solo nos queda la queja acompañada del papel de victimas. Pero al otro lado esta la situación cuando nos vestimos con la ropa de la inseguridad bajo un abrigo de seguridad personal que impide que nos pongamos en la piel del otro.
 Es decir, convertimos nuestro corazón en una uva pasa, todo seco.

Los medios para volver a dar vida a nuestro corazón son muy sencillos, desde tomar un café con una amiga que te dice la verdad y te empodera, participar en un grupo de crecimiento personal,  hasta la visita con un acompañante espiritual o profesional sanitario que te ayudan a sanar las heridas que aún sangran. 



La diferencia es inmediata, vuelves a sentir como la sangre circula por tus venas y la respiración se hace más ágil. Ese momento marco un antes y un después en tu vida.

Fíjate en el dibujo, esto es lo que sucede con la energía que se expande desde nuestro corazón. ¿Te das cuenta del significado que tiene para ti y para todas las personas que están a tu alrededor?
La vibración energética que se expande desde nuestro corazón afecta a nuestras relaciones con nuestro entorno.

 Es ese lenguaje sutil que nos acerca o aleja de las personas.
La vibración es muy diferente si nace del odio o del amor, del resentimiento o de la compasión.

El ser humano está llamado a vibrar con la energía del Amor Incondicional, la Compasión, el Servicio y la Armonía interior, convertirse en Presencia sanadora ahí donde esté, fluye la empatía. Para los terapeutas de Healing Touch estos son los atributos del corazón, atributos universales. 

Cuando desde el corazón se expande la capacidad de empatizar podemos comprender mejor el actuar de los demás. Como expresa E. Martínez Lozano: 

 Cuando somos capaces de ir desprendiéndonos del caparazón narcisista en el que buscábamos refugio, emerge la empatía -con la consiguiente capacidad de comprender otros mapas mentales-, el respeto, el no-juicio y la valoración de los otros.

toda persona hace en todo momento lo mejor que sabe y puede, de acuerdo con su “mapa” mental, deudor a su vez de las experiencias vividas. Y sin tener que aprobar ni justificar lo que alguien hace en un momento determinado, podemos, sin embargo, entenderlo. Porque no miramos su acción desde nuestros propios esquemas, sino que ha crecido en nosotros la capacidad de “leer” su propio interior. Esto se llama madurez humana, que se manifiesta en amor. Por el contrario, la falta de comprensión de otras personas denota auto-referencialidad y, en consecuencia, incapacidad de salir del propio “mapa” mental. https://www.enriquemartinezlozano.com/del-juicio-a-la-empatia/

 Ahora tu decides ¿Con qué energía deseas vibrar? 




 

Comentarios

  1. Se de esos cafés sanadores, dónde estar reunida con mujeres con amor por el servicio al prójimo, me envuelven con una energía amorosa que sana mi alma y me permite brindar lo mejor de mi. Gracias querida María

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