MIRA SU FORTALEZA



 Las fotografías que acompañan el texto son de Sean T. Hawkey, publicadas en su pagina de Facebook

El cielo solo nos regala lluvia desde el mes de Octubre en Honduras. 

Empezamos con un frente frío el 20 de Octubre que dejó muchas zonas ya saturadas de agua. Una tierra casi a punto de anegarse debía prepararse para recibir dos impactos más: la depresión tropical Eta i la tormenta tropical Iota, la totalidad del país fue afectada, desde el Sur hasta el Norte, zonas totalmente anegadas afectando a las viviendas, incluido el aeropuerto de San Pedro Sula, la agricultura y ganadería, las vías de comunicación terrestre, deslaves sobre pueblos, etc. Las fotografías muestran la destrucción de estos huracanes en Centroamérica, Panamá y Colombia. Hoy 21 de noviembre seguimos recibiendo más lluvia provocando que no descienda el nivel del agua y la gente no puede regresar a sus hogares.

Los pobladores se refugian en los centros de acogida (colegios, iglesias, estadios de deporte, salones de congresos, etc.) o en las casas de sus familiares. Son miles de hondureños que vieron como en cuestión de pocos minutos la casa se les inundaba y perdían todo.

Honduras como el resto del mundo vivía la crisis provocada por la pandemia del COVID19, pero nadie pensaba que eso era la antesala para estas nuevas emergencias.

La inoperancia gubernamental quedó demostrada con el huracán Eta (4 noviembre), pues subestimo su fuerza y no preparó a la gente para que evacuara las zonas inundables. El caos se apoderó del país. Pero los primeros que reaccionaron a dar ayuda fue el mismo pueblo: EL PUEBLO SALVA EL PUEBLO. Una vez más quedaba demostrada la generosidad de la gente, ayudando a los afectados, proporcionándoles comida, ropa, agua, etc. Los pescadores de Puerto Cortes llevaron sus lanchas al Valle Sula para salvar a las personas que estaban en los tejados, otros rompían los techos para sacar a las personas que quedaron encerradas en sus hogares ya inundados. También los familiares residentes en el extranjero empezaron a movilizarse para enviar ayuda. Un grupo de jóvenes de nuestra colonia organizaron el acopio de materiales en la capilla para atender mejor a la gente.


Enseguida que bajo el nivel del agua la gente fue a limpiar sus hogares. Pero, antes de poder regresar a su hogar se nos anunciaba la llegada de otro huracán: el Iota (17 noviembre). Esta vez el gobierno preparó toda su campaña de recogida de fondos financieros a nivel internacional para ayudar a las víctimas e hizo un plan de evacuación. Como siempre los políticos aprovechan toda ocasión para hacer su campaña electoral para desaparecer después, los desastres ecológicos se convierten en una excusa para seguir robando los fondos destinados al pueblo, sobrevalorando las ayudas que da, queriendo ser el protagonista de los rescates, sobre todo si son los militares (todo sea por la foto).

Las historias que nos cuentan los damnificados son impresionantes pues no se ven ni huelen en las fotos. Relatos que parecen ciencia ficción pero son tan reales como la lluvia. Duele en el alma cuando es el pueblo que traiciona a su pueblo: hay personas que pasaron 3 días en los techos viendo como los ladrones robaban sus pocas pertenencias sin rescatarlos, otros escuchaban los tiroteos entre maras sin saber hacia dónde agacharse, los pescadores sufrieron el robo de sus propias lanchas, falsas alarmas de inundación provocaron la huida de los pobladores de sus casas para poderlas saquear después, vecinos que quedan en su hogar para salvar lo poco que les queda pues hasta las láminas del techo se roban, los sofás y camas enlodadas también. Momento oportuno para el comerciante pícaro que infla los precios de los colchones, las cocinas, muebles, etc. Empresarios que exigen a los trabajadores recuperar las horas laborales de los días no trabajados por los huracanes, que se presenten bien vestidos y con zapatos al trabajo cuando solo tienen unas sandalias de playa.

Está situación también afecta a los adultos mayores  que atendemos en MÓDULO DE ANCIANOS SAN VICENTE DE PAUL, durante estos meses de pandemia no recibieron visitas de grupos ni familiares para preservar su salud (algunos  se contagiaron pero eran asintomáticos).  Con el huracán Iota fueron trasladados al primer piso de la Casa del Joven como medida de prevención, estancia que se prolongó durante más de una semana debido a la intensidad de las lluvias posteriores.





En medio de todo este panorama seguimos escuchando: “Gracias a Dios que nos tiene con vida”, “La vida no la perdí, lo material se puede recuperar”, “Son mi familia por eso les acogí”, etc. Expresiones de fe que nacen del corazón, la fe de la experiencia de quien sabe que Dios nunca lo abandona. Tampoco las mujeres y hombres de buena voluntad.

 Guillermo Anderson (1962-2016) recogió muy bien el sentir de la gente después del Mitch en su canción “Lo que aprendimos”, “Reconstruir no tiene sentido, Si no pensamos en renacer, Necesitamos cambios profundos, Si un país nuevo queremos ser, El compromiso de un nuevo pacto, Que nos prepare como nación, Reforestar las cuencas del río, Y reforestar las del corazón, Después del agua, el lodo y el viento, ¿Que aprendimos?”

Más que nunca hemos de tener presentes las palabras de San Vicente de Paúl: “Únicamente por tu amor, sólo por tu amor, te perdonarán los pobres el pan que les des”. Como pastoral social de la colonia San Vicente de Paúl hemos dado muchas bolsas de víveres en estos meses, ahora más que nunca nos acercamos a personas golpeadas mucho más que la pandemia, que ya arrastraban la inestabilidad en sus trabajos, sin un hogar propio, etc. El encuentro con ellos ha de ser y es desde el AMOR que se refleja en la mirada. Más que nunca hemos de mirar su fortaleza y dejar de verlos como los “pobrecitos” que sufrieron una pérdida inmensurable. Mirar su capacidad de levantarse de nuevo para poder recomenzar pues no perdió la capacidad de soñar y creer en el futuro. Mirar su corazón capaz de seguir latiendo por la justicia. La mirada ha de trasmitir el lenguaje no verbal de la superación personal, pero sobre todo la MIRADA HA DE DEVOLVER LA DIGNIDAD HUMANA.

 

 

 

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